NEREIDA:
Mi experiencia en general fue buena. Mi tutor, Jiri, fue un encanto. Me dió gran libertad artística, me metió en todos los eventos que pudo y en todo aquello que creía que me interesaría.
Ayudé en otros departamentos, midiendo el crecimiento de las diferentes especies, limpiando zonas de malas hierbas y haciendo trabajo de campo en general.
Con mi tutor fue todo enfocado a la floristería, fui a comprar todas las flores de todos los eventos con él, me dejó elegir especies y colores de forma continua, crear las composiciones como yo quisiera… fue una experiencia muy agradable que se tomase mucho tiempo en enseñarme lo básico y darme total libertad.
Me encargó un trabajo de investigación sobre los tipos de arreglos florales de Europa en los siglos XV-XVIII, buscando toda la información en inglés pero sobre todo imágenes para un libro que va a escribir.
Como fui en invierno, en cuanto empezó a hacer frío me quedé sin trabajo de campo ya que llegabamos a unos 3 o cuatro grados normalmente, llegando a nevar en un par de ocasiones.
En ese momento me dediqué a ayudar a pasar información a ordenadores (todo un reto por los teclados checos ya que la configuración es totalmente diferente), ayudé en la biblioteca y fui un poco chica de los recados.
Si alguien de la universidad necesitaba un par de manos extras me llamaban. Debo decir que las primeras semanas me las pasé limpiando las aulas que acababan de hacer, ordenando toda clase de lazos, cuerdas, bridas, jarrones, vasos… nómbralo y lo tenían.
Aunque acababa de polvo hasta la coronilla, me pareció enriquecedor por ver la cantidad de materiales que se pueden usar en las composiciones.
Además, me daban una flexibilidad total en cuanto a días de trabajo, buscándome incluso viajes para que viese la zona. Unos amigos fueron a Praga dos días y pude estar con ellos a cambio de trabajar un par de sábados por la mañana.
Intercambiaba los días de descanso y he tenido pocos fines de semana libre ya que los eventos eran normalmente viernes y sábados, pero al final era mejor ya que el transporte los fines de semana era horrible, esperando dos y tres horas entre cada autobús. Pude aprovechar los autobuses de lunes a viernes, que pasaban cada 30 minutos.
La residencia era grande, con muy poca gente y casi nadie hablaba en inglés. En mi piso estábamos las cuatro únicas chicas de Erasmus, y sólo había otro chico de Erasmus en otra habitación.
No es un lugar que recomiende a gente que busque una experiencia social. Es una aldea, hay pocos estudiantes, y nadie en el pueblo habla inglés salvo el médico, el farmacéutico y un poco la familia asiática que tiene un bazar con cualquier cosa que se te ocurra.
Lo bueno es que la comida es barata, el vino aún más, y el sitio es precioso. Me faltan palabras para describir lo bonito que es Lednice y los pueblos que le rodean. Pude ver en otoño real y un invierno real, que en Málaga no tenemos.
Probablemente lo mejor que me he llevado han sido las horas de paseos por el bosque, los lagos de atrás del palacio y los alrededores de la universidad...pero ojo, que en noviembre a las 17h ya estaba oscureciendo.
Es un lugar que habría disfrutado mucho más con una bici, pero aún así, caminar por esos lugares, con las casas tan bajitas creciéndole musgo en los tejados rojos, el humo de las chimeneas en invierno junto a la nieve… cada vez que salía del cuarto parecía que me metía en un cuento.
Volví con más de 500 fotografías sólo de paisajes, creo que eso os explica todo.